La basura llega al mar. Siempre. Con mis propios ojos y manos vi y agarré animales llenos de plástico, lastimándolos por dentro y por fuera. Con algunos llegamos a tiempo. Con otros, ya era tarde. Si no confiara en que filmarlos puede ayudarlos, me habría rendido y desarmado de dolor en el primer encuentro. Pero, por más impactante que sea, sigo con esperanza. Creo que lastimamos por no saber, y afortunadamente, “no saber” se termina con educación. Para eso filmo. Porque creo que todo esto, por más triste que se vea, puede arreglarse. Es más fácil de lo que parece, y felizmente, cada grano de arena hace la diferencia.